la palabra "Decálogo" significa literalmente "diez palabras" (Ex 34, 28; Dt 4, 13). Estas "diez palabras" Dios la reveló a su pueblo en la montaña santa. las escribió "con su dedo" ( Ex 31, 18; Dt 5, 22), a diferencia de los otros preceptos escritos por Moisés. Constituyen palabras de Dios en un sentido eminente. Son transmitidas en el libro del Éxodo y del Deuteronomio. ya en el Antiguo Testamento, los libros santos hablan de las "diez palabras"; pero su pleno sentido será revelado en la nueva alianza en Jesucristo.
El Decálogo se comprende ante todo cuando se lee el contexto del Éxodo, que es el gran acontecimiento liberador de Dios en el centro de la antigua alianza. las "diez palabras", bien sean formuladas como preceptos negativos, prohibiciones, o bien como mandamientos positivos (como honra a tu padre y a tu madre), indican las condiciones de una vida liberada de la esclavitud del pecado. El Decálogo es un camino de vida.
Las “diez palabras” resumen y proclaman la ley de Dios: “Estas palabras dijo el Señor a toda vuestra asamblea, en la montaña, de en medio del fuego, la nube y la densa niebla, con voz potente, y nada más añadió. Luego las escribió dos tablas de piedra y me las entregó a mí” (Dt 5, 22). Por eso estas dos tablas son llamadas “el Testimonio” (Ex 25, 169, pues contienen las cláusulas de la Alianza establecida entre Dios y su pueblo. Estas “tablas del Testimonio” (Ex 31, 18; 32, 15; 34, 29) se debían depositar en el “arca” (Ex 25, 16; 40, 1-2
Las “diez palabras” son pronunciadas por Dios dentro de una teofanía (“el Señor os habló cara a cara en la montaña, en medio del fuego”: Dt 5, 4). Pertenecen a la revelación que Dios hace de sí mismo y de su gloria. El don de los mandamientos es don de Dios y de su santa voluntad. Dando a conocer su voluntad, Dios se revela a su pueblo.
El don de los mandamientos de la ley forma parte de la Alianza sellada por Dios con los suyos. Según el libro del Éxodo, la revelación de las “diez palabras” es concedida entre la proposición de la Alianza (cf Ex 19) y su ratificación (cf Ex 24), después que el pueblo se comprometió a “hacer” todo lo que el Señor había dicho y a “obedecerlo” (Ex 24, 7). El Decálogo no es transmitido sino tras el recuerdo de la Alianza (“el Señor, nuestro Dios, estableció con nosotros una alianza en Horeb”: Dt 5, 2).
Los mandamientos reciben su plena significación en el interior de la Alianza. Según la Escritura, el obrar moral del hombre adquiere todo su sentido en y por la Alianza. La primera de las “diez palabras” recuerda el amor primero de Dios hacia su pueblo:
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